Escribe José Pabo Feinmann en su libro: "Peronismo" (página 369):
...Fijemos un punto: ¿qué es un burócrata? Evita decía que era un hombre dispuesto a servirse de su puesto y no ponerse al servicio de él. Eso es, sí. Pero también es un traidor. Es un tipo que está para negociar.Y se negocia para ganar dinero. Hablemos, yo le doy esto, ¿qué me da usted? El burócrata tiene una visión financiera de la política. Lo que tiene, lo que logró, el cargo del que se ha adueñado, lo hace sentir superior a los hombres del pueblo. Desde ahí puede hacer negocios. Un burócrata es un tipo al que la política sólo le interesa en tanto mantenga el statu quo. Porque él lo es. Si nada cambia, yo estoy aquí para siempre. Y si algo cambia, será para que yo trepe. Es un tipo que se la creyó. Que tiene muchas secretarias. Que hace sentir a los demás que es inaccesible. Que hace negocios en los mejores restaurantes de la ciudad y con los mejores vinos. Que tiene una familia para la formalidad tediosa de los actos públicos, pero se divierte desatinando sábanas con las mejores minas que sus subalternos le consiguen. Hace del sexo una fanfarronada constante. Cuenta sus hazañas en las mesas de la burocrácia y las calla en las de los negocios serios. No es de buen gusto hablar de polvos clandestinos con los altos jerarcas del Chase Manhattan Bank. Sabe contar chistes. Sabe cantar tangos. O le gustan mucho. Idolatra a Perón. Adora a Evita. Él es el peronismo. El verdadero. Esos pibes que en el pasado quisieron llevarlo a la izquierda no entendieron al pueblo. El pueblo peronista ama a los hombres como él. Siempre es fanático de algún club de fútbol. En su oficina tiene la foto de Perón, de Evita y la de algún crack del club de sus amores. Se lo puede ver con alguna puta de lujo, de alta jerarquía, pero nadie dirá nada a su familia. Además, si la boluda de su mujer se entera, no hay drama. Porque -aunque se piense lo contrario- no es boluda y sabe que lo que tiene lo tiene gracias a los choreos de su marido, de modo que si quiere ponerla en otro lado y no en el lecho conyugal que lo haga nomás. Ella tiene bastante con el coche carísimo que le compró, con la casa, con los hijos, con las cenas a las que la lleva, con el infinito, orgásmico placer de conocer al presidente, con enviar a los chicos a buenos colegios. El burócrata bromea con su secretaria y de tanto en tanto le toca el culo, porque él es así: jodón. La secretaria se hace la púdica y le dice: "Ay, señor, qué cosas tiene usted". El burócrata lo pasa bien. Total, mientras dure hay que aprovechar y forrarse por si después la cosa se complica y alguien le pide cuentas. Ahí, un buen abogado y a otra cosa. No jodamos muchachos. ¿A mí me van a joder? Miren que si yo hablo se caen por lo menos cincuenta, por lo menos, digo, ¿está claro? cincuenta, ochenta, ¿quieren la lista? Es que el aparato es el aparato. El corleonismo es el corleonismo. Y el periodismo entra en la cosa también.
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4 comentarios:
Esto se politizó demasiado
Se está radicalizando, en el peor de los sentidos. Aunque no se cual de los sentidos es el peor.
el burocrata es un ser humano, como todos.
Saludos Oxi! pasaba a saludar no más.
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